Si hay un animal que ha despertado los instintos de miedo y terror más profundos ese ha sido el tiburón. Depredador indiscutible de los mares los humanos siempre nos hemos sentido inseguros al invadir su reino oceánico. El tiburón es una de las criaturas más antiguas, en términos evolutivos, del reino animal pero su siniestra silueta nada más allá de mares y océanos. Nuestro terror se redoblará cuando sepamos que incluso las aguas de los ríos y lagos del mundo son coto de caza de los tiburones.
Y en un análisis atrevido lanzaremos la idea de que hubo tiburones en Mesopotamia. No es una idea calenturienta fruto de la canícula del verano. ¿Cómo un animal marino o, al menos, acuático va a habitar la zona de Oriente Próximo, cuna de las civilizaciones más antiguas de la Humanidad? En las siguientes líneas exploraremos las aguas de los dos grandes ríos civilizadores, el Tigris y el Éufrates, las cuales albergan animales insospechados.
1.- Un antiguo vergel de la vida salvaje: las marismas de Mesopotamia
Si nos nombran la palabra Mesopotamia (“tierra entre ríos”) automáticamente nos evocará el recuerdo de antiguas civilizaciones. Pueblos como los sumerios, capitales de leyenda como Babilonia o gestas guerreras como la de los antiguos asirios. En definitiva hablamos de civilización humana pero nos vamos a centrar en la Naturaleza. La vida salvaje que hasta hace no tanto tiempo pululaba por las llanuras, desiertos y marismas de esta parte de Oriente Próximo. El sistema fluvial que conforman los ríos Tigris y Eúfrates nutre de vida unas tierras que forman, desde el punto de vista geográfico, un lugar de trasvase entre las faunas de África, Oriente Medio e incluso Europa. Ambos ríos nacen en las montañas de Turquía y recorren partes del norte de Siria y, sobre todo, una gran longitud del actual Irak. El río Tigris tiene un curso de unos casi 2.000 kilómetros mientras que el río Eúfrates llega a los 2.800 kilómetros de curso.
Estos ríos serpentean por zonas llanas y por verdaderos desiertos hasta desembocar en el Golfo Pérsico. La antigua y marcada presencia humana, desde al menos siete mil años, ha modificado de manera drástica los ecosistemas alimentados por los ríos y, en algunos casos, dañado de una manera irreversible. Tal es así que la llanura al sur de las ciudades de Samarra y Al-Ramadi está jalonada de diques, presas, canales y asentamientos humanos. A través de las manifestaciones artísticas como los impresionantes bajorrelieves asirios podemos detectar la presencia de la fauna más destacada de la zona. Conocemos la presencia abundante de leones en las llanuras de Mesopotamia a través del arte legado por las civilizaciones que se asentaron en el territorio. Hay una célebre obra de arte asirio compuesta por un grupo de bajorrelieves, ubicados en origen en el Palacio Norte de Nínive, que se llama la “Cacería de leones de Asurbanipal”, donde se muestra con un cruento realismo la caza de los grandes felinos por parte de los soldados del rey asirio.
Pescadores con una canoa por las Marismas de Irak. Hassan Janali, U.S. Army Corps of Engineers - U.S. Army Corps of Engineers Digital Visual Library. Dominio público |
Los leones perduraron en el actual Irak
hasta los años veinte del siglo XX. Influyó bastante en su desaparición la
cantidad de rifles y armas desperdigadas entre las tribus iraquíes por parte de
las tropas coloniales británicas durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918).
Otos depredadores comunes eran los lobos, chacales y hienas rayadas. Entre los
ungulados proliferaban las gacelas, onagros, etc Uno de los animales más
prolíficos de las marismas del Irak era, y sigue siendo, el jabalí, también
denominado allí cerdo salvaje. Los nativos no los suelen cazar debido a la
prerrogativa islámica de la prohibición de consumir la carne de cerdo. Así pues
los jabalíes de esta zona alcanzan grandes tamaños y envergaduras suponiendo un
problema para muchas comunidades por la devastación de cosechas e, incluso, la
integridad física de muchos de sus habitantes ya que un jabalí puede llegar a
ser muy agresivo.
Las Marismas suponen un paraíso para las aves y, lógicamente, la fauna piscícola. Las carpas abundan en el sistema fluvial del Tigris-Eúfrates. También habitan varias variedades de bagres, anguilas y barbos (shabut). Pero existe un pez, usualmente habitante del medio marino, que, sin embargo, es capaz de remontar las aguas de los ríos y extender allí su depredación. Me refiero al temido tiburón.
2.- El miedo ancestral al tiburón
Existen clasificadas más de trescientas especies de tiburones. La diversidad de esta especie es asombrosa, tanto en forma, tamaño, comportamiento como hábitat. La mayoría habitan el mar pero algunas especies pueden habitar las aguas dulces de ríos y lagos como el tiburón del Ganges, el de Borneo o el de Nueva Guinea. El caso que presentamos, a continuación, es aún más extraño y chocante puesto que nos referimos a una especie marina, pero que, ocasionalmente, remonta los ríos. Por tanto su hábitat es dual lo que muestra su capacidad de adaptación.
Nos estamos refiriendo al tiburón toro (Carcharias taurus). Este tiburón no es tan grande como el tiburón blanco ni tan veloz como la tintorera pero su adaptabilidad al agua dulce y salada hace que la probabilidad de su ataque sea mayor. El hecho de que pueda remontar ríos y estuarios es gracias a su fisiología que regula las variaciones de los distintos tipos de agua. En el agua marina las concentraciones de sodio, calcio y urea aumentan en el tiburón pero posee una glándula rectal que segrega estos electrolitos. Cuanto el tiburón penetra en agua dulce la actividad de esta glándula rectal disminuye así como el número de sus glóbulos rojos.
Tiburón toro (Carcharias taurus). Autor: Jeff Kubina.
Columbia, Maryland Newport Aquarium (Kentucky). |
Las
proezas de los tiburones toros en agua dulce son realmente espectaculares. En
el poderoso río Amazonas se han encontrado tiburones toros a la altura de
Iquitos (Perú) a más de 3.500 kilómetros del mar. Otros ríos donde nadan estos
increíbles tiburones son el Mississippi, el Potomac, el Grijalva, el Ganges,
etc En África, en el río Zambeze, se ha visto a los hipopótamos luchar con estos
tiburones. El tiburón toro tampoco le hace ascos a los lagos, como el lago
Isabel en Guatemala, el Patuca en Honduras o el lago Cocibolca en Nicaragua. De
hecho la célebre película “Tiburón” (1975) del director Steven Spielberg se
basa en la novela del escritor Peter Benchley, a su vez, inspirada en los
ataques de tiburones en el Costa Este de EEUU en 1916. Aquellos ataques
produjeron una psicosis colectiva muy destacada puesto que algunas víctimas
fueron atacadas en agua dulce, en concreto, en una poza del río Matawan.
Por la misma época en la lejana Nicaragüa también hubo un ataque de tiburón lejos del mar de lo más terrorífico. Un nicaragüense estaba apilando troncos en el río San Juan, cerca de San Carlos, cuando perdió el equilibrio y cayó al agua. Algo le atacó desde debajo del agua y ya no se volvió a saber de él. El cuerpo mutilado del desgraciado permaneció flotando mientras su atacante se ocultaba en las aguas del río. Unos días después se capturó un gran tiburón, presumiblemente, el autor de esta muerte, estando a casi 180 kilómetros del Mar Caribe. Cuando los españoles empezaron a internarse en las inmensas selvas de Suramérica y Centroamérica, en los comienzos del siglo XVI, alucinaban con la cantidad de animales extraños que divisaban por primera vez.
El eclesiástico e historiador Francisco López de Gómara (1511-1566) emitió una descripción de un tiburón bastante próxima a la realidad. Reza así: “Es pescado que acomete a una vaca y a un caballo cuando pace y bebe a orillas de los ríos y se come a un hombre.” También se han reportado ataques de tiburón en el río Ganges, sagrado para los hindúes, en India. En este caso juega a favor de los escualos los cadáveres flotando, siguiendo la tradición hindú, que atraen a los depredadores. Tanto los tiburones del Ganges (Glyphis gangeticus) como los tiburones toro acudirían al necrófago festín.
Los tiburones han estado presentes desde tiempos inmemoriales en el recuerdo humano. Grandes peces depredadores y, ocasionalmente antropófagos, que añadían una razón más para nuestro ancestral miedo al agua. En la Antigüedad, la inmortal obra la “Odisea”, nombra a la monstruosa Escila la cual devoraba “delfines, perros de mar, etc.” Julio Pallí Bonet, traductor al español de Aristóteles, identificó al “perro de mar” como el pez que los anglosajones denominan “houndfish” o “dogfish”, que es una especie de tiburón, comestible para el ser humano, como la pintarroja (Scyliorhinus canicula).
La cultura griega registró varios encuentros con, presumiblemente tiburones, aunque los definieran de otra manera. Por ejemplo el historiador Herodoto, en el siglo V a.C., narra el destino de los náufragos próximos al monte Athos donde algunos perecieron por obra de los monstruos marinos o Leónidas de Tarento (s.III a.C.) quien anotó la muerte de un pescador de esponjas, Tarsis, que fue quebrado en dos partes por un enorme pez mientras intentaba subir a su bote.
Los romanos heredaron el miedo atávico del humano a los tiburones. Tal es así que el historiador del siglo I.d.C. Plinio el Viejo, en su obra “Historia Natural”, describía el terror que provocaba la aparición de un tiburón mientras se buceaba. Reproducimos sus palabras: “Una gran cantidad de perros de mar acechan con grave peligro a los buceadores que buscan esponjas. Ellos mismos cuentan que sobre su cabeza se solidifica una nube, semejante a un animal, que los oprime y les impide ascender, y que por eso llevan puñales muy agudos atados con una cuerda, porque no se retira a no ser que la perforen; eso lo provoca, según creo, la oscuridad y el miedo”.
Incluso en la Biblia, tomada como fuente histórica para tan diversos asuntos, podemos interpretar la descripción de un tiburón o, al menos, de una gran pez. En el libro de Jonás leemos que: “Dispuso Yahveh un gran pez que se tragase a Jonás, y Jonás estuvo en el vientre del pez tres días y tres noches. Jonás oró a Yahveh su Dios desde el vientre del pez” y, unas líneas más adelante, concluye que: “Y Yahveh dio orden al pez, que vomitó a Jonás en tierra”. Algunos especialistas han querido interpretar este comportamiento como el típico de un escualo ya que algunos tiburones regurgitan la comida pues tienen un periodo de digestión, extremadamente, lento.
3.-¡Alerta! tiburones en el Tigris y en el Eúfrates
Volvemos
al tema que encabezamos al principio. Ya está demostrado y documentado las
incursiones, nada ocasionales, del tiburón toro en el agua dulce de ríos y
lagos del mundo. En concreto en los ríos Tigris y Eúfrates, en el corazón mismo
de Mesopotamia, tierra añeja rodeada de desiertos y llanuras también mora el
terrible tiburón toro. Una primera referencia al tiburón en este singular
ecosistema lo tenemos en el libro de Tobías cuando un ángel ordenó capturar un
gran pez que lo intentó devorar en el río Tigris. El ángel conservó el corazón,
la piel y el hígado del citado pez pues podía usarse en ungüentos y farmacopea
lo cual entronca con el saber que desarrollaron los médicos asirios.
En épocas más recientes, en pleno siglo XX, aún se reportaban ataques de tiburón en el curso de los ríos Tigris y Eúfrates. Hemos utilizado como fuente un libro sensacional, “Los árabes de las Marismas” (1964), escrito por Wilfred Thesiger. El libro narra las experiencias de Thesiger entre las distintas tribus y clanes del Irak de los años cincuenta. Un territorio aún salvaje y poco transformado por la modernización humana. Muchas tribus vivían como sus antepasados de hace siglos, en estructuras vegetales, flotando entre las aguas marismosas. Un área impenetrable y de difícil acceso donde sólo se podía circular en canoa o barca.
Primer plano de un tiburón toro. Richard Ling -. Flickr Portrait of a Grey Nurse Shark. Green Island, South West Rocks. |
En este extraño Edén, congelado en el tiempo, Thesiger tomó nota de las
costumbres de sus habitantes aportando un estudio antropológico, realmente,
exacto. Los madán vivían en contacto directo con la naturaleza salvaje y
era común los encontronazos con los jabalíes, que provocaban daños a cosechas y
humanos por igual. Pero hay un pasaje del libro que, realmente, me sorprendió,
en el cual cita la presencia de tiburones en las marismas del Irak. Thesiger
nombra el caso de un hombre que fue atacado en el río y perdió parte de una
pierna y otros casos, terriblemente, sorprendente. El fragmento dice así: “Yo
sabía que los tiburones atacaban a veces a las personas que se bañaban en Al
Basrah (Basora), pero Azair se hallaba a 130 kilómetros de distancia, corriente
arriba, y a 240 del mar. Al mostrar mi sorpresa, los muchachos me aseguraron
que Azair era conocida como un lugar peligroso por los tiburones.”
Increíble. Thesiger siguió inquirendo a sus interlocutores si existían
tiburones en las Marismas, a lo cual, respondieron un rotundo “sí.” Si la
información que nos proporciona Thesiger fue recolectada en los años cincuenta
nos puede parecer lejana e, incluso, poco común, más nos sorprenderá saber que
hasta años relativamente recientes se siguió atestiguando la presencia de
tiburones en los ríos mesopotámicos.
En
plena vorágine de la segunda guerra de Irak, en el año 2007, con las tropas
estadounidenses, y sus aliados, ocupando el territorio iraquí una noticia
sorprendente apareció en la prensa. Un pescador iraquí reportó el hallazgo de
un tiburón de dos metros de longitud a 200 kilómetros de la costa. El tiburón
estaba muerto al parecer tragado por la boca de una bomba de un canal de riego
que comunicaba con el río Eúfrates. Los pobladores locales culparon a las
tropas estadounidenses de la presencia del escuelo pues creyeron que ellos lo
habían soltado en el río. Ignorantes, tal vez, de la presencia histórica del
tiburón toro en aquellas aguas hay que entender que en tiempos de guerra cualquier
culpabilidad o acusación tiene recorrido.
3.-Criaturas fabulosas: el dragón de Babilonia
Representación de un dragón de Babilonia, sirrush o mushussu, en la puerta de Isthar. (Alexandra orellana on arte babilonico).
Después
de comprobar y conocer un poco más la presencia del voraz tiburón toro en las
aguas fluviales de Mesopotamia seremos más indulgentes a la hora de buscar
otros animales más fabulosos. A modo de epílogo vamos a hacer una referencia a
una de las criaturas fantásticas clásicas de las que tenemos una
representación, física, más detallada. Nos referimos al dragón de Babilonia,
denominado “Sirrush” o, también “Mushushu”. La célebre puerta de Isthar, una de
las ocho puertas monumentales de la muralla interior de Babilonia, a través de
la cual se accedía al templo de Marduk. Este bello monumento, construido
alrededor del año 575 a.C., dispone de varias representaciones animálicas en
sus muros. Contemplamos al típico buey pero hay una criatura cuyo aspecto, a
pesar de estar perfectamente esculpido y tallado, no sabemos si habita en la
frontera de lo real con la imaginación. Una especie de dragón que combina atributos
de otros animales como patas de ave, de león, piel escamosa, lengua bífida
reptiliana, cuello largo, cuernos en la cabeza, etc ¿Qué vio el artista o qué
quiso representar? Aún en el caso que fuese un animal, exclusivamente,
mitológico, ha tenido que basarse el autor en algún tipo de base natural o
real.
Volvemos a citar a Thesiger puesto que cita, aunque de pasada, un par de criaturas reptilianas que los habitantes de las marismas del Irak, aseguraban que existían. Reptiles comunes como tortugas, lagartos, serpientes,… habitaban las marismas pero Thesiger comentaba que “Como si no hubiera bastantes reptiles reales, los madan creían firmemente en dos monstruos, el anfish y el afa. Del primero se decía que tenía una piel velluda y el otro, piernas. También se decía de ambos que vivían en el corazón de las Marismas y que eran letales.” ¿Realidad o mitología? ¿Qué reptiles podrían esconderse tras esas identidades? ¿Un gran lagarto con movimientos de serpiente? El reptil con piel velluda despista la descripción.
A voz de pronto solo recuerdo el caso de la “serpiente con pelos”, que en el caso, del sur español, se acabó identificando con el meloncillo (Herpestes ichneumon), una mangosta aclimatada, desde hace siglos, al clima mediterráneo peninsular. El origen de la definición es debido a que las crías de esta mangosta caminan, una delante de la otra, en línea recta sin guardar distancia, de manera que cuando se les sorprende, parece una larga línea peluda moviéndose al unísono. Puede ser una explicación un tanto forzosa muy al contrario que la del “afa” ya que una serpiente con piernas ¿qué animal es? Podemos postular al varano, género de grandes lagartos carnívoros propios de Asia y África, pues sus movimientos tienen mucho de serpiente. No obstante las “piernas” son las poderosas garras que posee así como los varanos tienen costumbres semiacuáticas, por lo que las marismas es un hábitat ideal para ellos. Respecto a su letalidad no hay más que ver como come un varano para darnos cuenta de su voracidad.
Podrían haber existido varanos, más o menos grandes, en estas marismas en épocas no muy alejadas de nuestro tiempo. Una teoría mucho más arriesgada y con fundamentos frágiles fue la que acuñó el alemán Hans Schomburgk (1880-1967) al establecer una relación directa entre la civilización de Babilonia y el África Central. En aquellos pretéritos tiempos era difícil el establecer unas relaciones comerciales continuadas y seguras entre unas partes tan alejadas unas de otras. El que sea difícil no quiere decir que no fuese imposible, y de hecho, en la soberbia Persépolis, otrora capital del Imperio Persa, hay un estructura, “La Puerta de las Naciones” que nos hará tambalear nuestras premisas más sólidas.
En este pórtico, levantado por el Rey Jerjes, a mayor gloria de los persas, están representados los distintos territorios, reinos y países sojuzgados por el poder persa y al que le debían tributo. Vemos a sus habitantes ofreciendo al “Rey de Reyes” sus principales productos y riquezas. Pues bien, hay una delegación, en especial, que más que una curiosidad es un monumento a lo imposible. Se ven varios hombres de pequeña estatura, de tez negra acompañados de un funcionario persa (mucho más alto que ellos) que tributan un extraño animal a la corte persa. Los hombres representados no pueden ser más que pigmeos, habitantes por antonomasia, de la selva africana y el extraño animal, muchos postulan, que es un okapi (Okapia Johnstoni), un as en el mundo de la criptozoología.
El okapi, animal ya extraño por su apariencia, no fue
descubierto hasta principios del siglo XX por los occidentales y habita solo en
zonas muy determinadas de la selva ecuatorial africana, en el Congo. Si
partimos de la base que son pigmeos y el animal que les acompaña es un okapi,
ambos procederían del mismo territorio. ¿Qué tipo de relaciones comerciales
podría haber existido entre África central y las civilizaciones de Oriente
Medio?
Sería preciso un trabajo más amplio y separado del presente para acercanos a la verdad. Citamos el caso del dragón de Babilonia como un ejemplo más de la fauna mítica (y real) que habitó las marismas de Mesopotamia hasta hace, relativamente, poco tiempo.
Bibliografía
-LÓPEZ DE GÓMARA,
Francisco. “Historia de la Conquista de México”. Editorial Océano. 2003.
-THESIGER,Wilfred.
“Los árabes de las Marismas.” Los libros de Siete Leguas. 1964.
-Noticia: “Un pescador iraquí encuentra un tiburón en
un río a 200 kilómetros de la costa.” Agencia Reuters. Publicado en el diario
“El Mundo”. Día: 30/10/2007.
Enlace web: https://www.elmundo.es/elmundo/2007/10/30/ciencia/1193743669.html