El 6 de febrero de 1966, el diario La Vanguardia publicaba en su página 11 una inquietante noticia bajo el título “Misterio en la calle Alta”. En ella, según podía leerse en las primeras líneas, una mujer había encontrado en el patio de su casa, situada en Málaga, un “monstruo” peludo que incluso llegó a amenazarla.
Guillermo Jiménez, corresponsal del rotativo en la capital andaluza, narraba los hechos de esta manera: “Numerosas personas se agolparon ayer frente a la casa número 23 de la calle Alta, de esta capital, para ver qué ocurría en dicha finca, ya que la vecina de la misma Trinidad García Sánchez, de 40 años, salió gritando y pidiendo auxilio porque, según dijo, había visto en el patio, sobre un lebrillo, un bicho raro que medía, por lo menos, un metro de altura, con pelo largo, colmillos y cabeza grande que la había amenazado para que no gritase. La mujer cuenta que el monstruo saltó al tejado y se perdió en una casa contigua, deshabitada por amenazar ruina. Algunos vecinos y una pareja de la Policía Armada penetraron en la casa, pero no encontraron ningún animal, ni nada anormal, aunque otro vecino manifestó que había oído un ruido y que había visto moverse algo.
Aunque el suceso de la calle Alta se empieza hoy a olvidar un poco, el periodista ha hecho nuevas indagaciones sobre el particular. La señora que vio «aquello» sigue asegurando que lo vio. La última noche la ha pasado casi en vela; hatenido fiebre y apenas si puede comer. Todavía no se ha tranquilizado, ni el susto,como vulgarmente se dice, le ha salido del cuerpo.
La vivienda, en la actualidad |
Don José Santana nos ha contado, con plena conciencia de lo que decía, que él no puede describir el bicho, monstruo o ser extraño que vio doña Trinidad Gómez, pero desde luego las características que apuntó la señora coinciden plenamente con lo que él vio fugazmente al subir a la primera planta de la casa y examinar los tejados, por los cuales el animal, o lo que fuera, desapareció velozmente.
La historia, sin embargo, presenta algunos pormenores dignos de relatar. Desde hace algún tiempo, en la casa en ruinas no se ha vuelto a ver ni un gato ni una rata, dos especies de animales que abundaban. ¿Por qué han desaparecido? ¿De quién huyen? ¿Quién los ha espantado? ,
El matrimonio vive en la planta baja y desde hace un mes, de vez en cuando, ha oído pisadas en la parte superior, pisadas que no corresponden a un gato, por ejemplo, porque, por el sonido, parecen de un ser de mayor peso, como si de un hombre o niño se tratara. En más dé una ocasión, el señor Santana, de noche y alumbrándose con una linterna, ha subido para tratar de desentrañar el motivo del ruido, pero nunca pudo encontrar nada. Ayer, sin ir más lejos, estando con su esposa, vio como se desprendían partículas de polvo del techo, cayendo sobre la mesa del comedor. Alguien andaba por la planta superior. Cuando él subió, nada pudo ver ni descubrir. ¿Miedo, sugestión tal vez? Lo de ayer sí; pero los pasos y ruidos que vienen percibiendo desde hace más de un mes y la desaparición de gatos y ratas no es cosa que se pueda justificar tan fácilmente.
Como nos lo han contado los interesados, lo contamos nosotros.”
¿Qué pudo ser ese bicho raro que medía, por lo menos, un metro de altura, con pelo largo, colmillos y cabeza grande y que había amenazado a la pobre señora para que no gritase? ¿Un vagabundo, un animal enfermo o un extraño ser que se vio sorprendido, sin quererlo, por la dueña de la casa mientras hacía no sabemos qué?
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