Sirenas del Nuevo Mundo
Los encuentros de
Cristóbal Colón y Hernando de Grijalva con estos mitológicos seres
Carlos A.Font Gavira
Historiador
En el panteón de criaturas mitológicas las sirenas ocupan un
lugar destacado. Desde la más lejana mitología las sirenas han estado presentes
en nuestro imaginario cultural. Los antiguos griegos dieron vida a las sirenas
a través de las aventuras de la Odisea. Según el mito las sirenas eran criaturas
marinas, conformadas la mitad de su cuerpo como animal y la otra mitad como humano.
También poseían un atributo de belleza que usaban para seducir a los hombres de
mar. Los rudos marineros, en sus largas travesías, eran encantados por los
cantos de sirena y terminaban ahogados en la profundidad del océano. Un
significado trágico de la atracción mortífera que siempre ha ejercido el mar
entre nosotros.
Hoy vivimos en una época de hipertrofia tecnológica. Cámaras
digitales, comunicaciones satelitales, teléfonos de vanguardia,... producen una
cantidad ingente de imágenes y vídeos sobre criaturas anómalas. Sin embargo, la
proliferación de contenido no garantiza una verdad exacta. Al contrario, hoy
más que nunca es más fácil la manipulación y el engaño. En las siguientes
líneas vamos a realizar, no el proceso inverso, sino el más antiguo.
Vamos a
remontarnos quinientos años atrás a los testimonios de célebres navegantes
cuando el mundo empezó a hacerse más pequeño. En la Era de los Descubrimientos,
el engaño también existía pero era menos prolífico en un momento en que las
pruebas dependían del testimonio personal plasmado, la mayoría de las veces, en
un trozo de papel.
1.-La decepción de Colón
El
primer testimonio moderno de una sirena nos lo brinda Cristóbal Colón. El
descubridor (oficial) de América realizó cuatro viajes a América donde tomó
notas descriptivas de todo lo que veía. Distancias náuticas, régimen de
vientos, vegetación, costumbres de los nativos, animales, … Todo un catálogo de
datos reveladores de una nueva realidad que jalonan las páginas del Diario de a
bordo de Colón.
Es cierto que muchas impresiones de Colón parecen extraídas de
su imaginación como cuando aseguró ver indios con cabeza de perro en las islas
del Caribe o una abundancia de oro que nunca existió. Incluso, el 4 de
noviembre de 1492, apuntó una revelación sensacional ya que lejos de allí de la
isla “había hombres de un ojo y otros con
hocicos de perros que comían los hombres, y que en tomando uno lo degollaban y
le bebían la sangre y le cortaban su natura.” ¿Alucinación o exageración?
A
principios de 1493, en concreto el 9 de enero, Colón escribió la siguiente
entrada en su diario: “El día pasado,
cuando el Almirante iba al Río del Oro, dijo que vio tres sirenas que salieron
bien alto de la mar, pero no eran tan hermosas como las pintas, que en alguna
manera tenían forma de hombre en la cara.” ¿Qué criatura divisó el
Almirante de la Mar Océana?
En la
actualidad existe un consenso en aceptar que el manatí (Trichechus manatus) se encuentra tras el mito de las sirenas. Si
vemos un manatí y lo comparamos con la imagen idealizada que nos ha transmitido
la mitología diríamos que cualquier parecido con la realidad es pura
coincidencia. Las sirenas de la mitología son bellas, estilizadas y con un
punto seductor. Los manatíes son criaturas inofensivas, vegetarianas y mansas
pero poco gráciles, lentas y orondas. Entonces, ¿por qué esta comparación entre
animal real y criatura fantástica?
Manatí antillano (Trichechus manatus) en el Merritt Island's National Wildlife Refuge de Florida, cerca del Centro Espacial Kennedy.
En honor a la verdad el manatí muestra
algunos rasgos peculiares. Por ejemplo los pechos y glándulas mamarias que
posee así como la manera de mantener a sus crías en sus brazos (aletas)
mientras flotaban en aguas costeras. Así pues la confusión manatí-sirena surgió
en el siglo XVI, se acrecentó en los siglos XVII-XVIII y solo a partir del
siglo XIX se empezaron a deslindar ambos términos. Como legado de esta
comparación histórico-natural el orden zoológico que incluye a los manatíes (y
a sus primos del Viejo Mundo los dugongos) recibió el nombre de los “Sirenios.”
El
manatí antillano que, seguramente, fue la criatura que avistó Colón pasa por
ser de los más grandes de su género puesto que alcanza los 1.200 kilogramos de
peso y cerca de cuatro metros de longitud. El manatí antillano habita ríos,
lagunas, entornos marinos costeros así como manglares y arrecifes de coral. A
pesar de soportar los ambientes marinos necesitan algún acceso al agua dulce. A
continuación vamos a comentar una pieza documental más interesante si cabe. En
este caso cambiamos de escenario pues nos debemos trasladar al Mar de Cortés
(California), de siglo (primer tercio del siglo XVI) y de formato.
2.-La extraña criatura del Mar de Cortés
Ahora
contamos, no con unas pocas líneas de un breve apunte, sino una observación más
detallada y acompañada de una descripción minuciosa y, lo más importarte, de
sendos dibujos de una extraña criatura.
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Hernán Cortés |
Hernán
Cortés (1485-1547) ha pasado a la Historia por ser el conquistador del Imperio
Azteca. Con pocos hombres y armado, no sólo de caballos y arcabuces, sino
también de astucia y estrategia logró el extremeño doblegar a la civilización
más prominente de Mesoamérica. Hay una faceta menos conocida de Hernán Cortés
pero igual de destacable. Nos referimos a su oficio de descubridor y explorador
puesto que patrocinó cuatro expediciones, que sepamos, para conocer y explorar
el Mar del Sur (Océano Pacífico).
Durante su estancia en España en 1529, Cortés
consiguió del Emperador Carlos V, el título de marqués del Valle de Oaxaca y
licencia sobre futuras descubrimientos en la Mar del Sur. De regreso en México,
Cortés envió a su primo Diego Hurtado de Mendoza en 1532 a que explorara el
litoral del mar del Sur, más allá de los límites de la Audiencia de la Nueva
Galicia (Provincias de Xalisco y Zacatecas). La expedición, compuesta de dos
barcos, partió del golfo de Tehuantepec (donde Cortés fundó un astillero),
fueron costeando las costas de Jalisco y Nayarit.
Una
segunda expedición partió del hoy puerto de Manzanillo el 30 de diciembre de
1533 con dos naves (“Concepción” y “San Lázaro”). Ésta última estaba bajo el
mando del Capitán Hernando de Grijalva (¿Cuéllar?,España s.f./Océano
Pacífico,c. 1537) Los barcos se separaron durante la travesía. El “San Lázaro” descubrió las Islas
Revillagigedo y continuó explorando las infinitas aguas del Océano Pacífico.
Entre los innumerables legajos del Archivo de Indias, memoria viva de América,
encontramos una estampa singular. En una cuartilla de papel aparece
representado el dibujo de dos sirenas avistadas durante la expedición de
Hernando de Grijalva. La criatura es denominada “hombre marino” y además apunta lo siguiente sobre su curioso
comportamiento: “se regocijaba de la
misma manera que un mono, zambulléndose y bañándose con las manos, y mirando a
la gente como si tuviera sentido.” ¿Qué animal real se halla tras esta
vivaracha criatura?
Examinando
los dibujos presentados se observan sendas criaturas, de perfil, y mirando
hacia la izquierda. En realidad es el mismo dibujo pero con dos diseños. La
única diferencia visible entre ambos dibujos es que el primero presenta, a
partir del torso, una piel escamada. La cabeza es bastante similar a la humana
pero sin pelo aparente ni pabellones auditivos. El hocico es corto, ojos
grandes y ovalados.
En el segundo dibujo parece asomar, según mi
interpretación, unos leves bigotes por debajo de la nariz. El cuello es corto y
el pectoral y extremidades bastante similar al humano. Los brazos son,
increíblemente, parecidos a los humanos pero, ojo al dato, poseen cuatro dedos
en la mano derecha y cinco dedos en la mano izquierda. ¿Error o confusión? Tal
vez el término correcto serían aletas (propio tanto de los Pinnípedos como de
los Sirénidos). Las extremidades posteriores acaban en unas bien diseñadas
aletas.
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Dibujo de dos "sirenas" avistadas durante la expedición de
Hernando de Grijalva y Martín de Acosta por las costas americanas de la Mar del
Sur. 1533. Archivo General de Indias. Sevilla. PATRONATO,20.N.S.R.7. (Extraído
del catálogo "Exposición Pacífico. España y la gran aventura de la Mar del
Sur.Gobierno de España". Acción Cultural Española (ACE).2013. |
Grijalva
retornó al puerto de Acapulco en febrero de 1534 no sin antes explorar las
costas del golfo de Tehuantepec (actual México). En su regreso Grijalva y sus
hombres volvieron a ver a la extrema criatura, al que llamaban “hombre-marino”. Los datos que aporta en
este segundo avistamiento no tienen desperdicio: “El pez que vimos se asemejaba a esto aunque no divisamos si tenía
escamas o no, que parecía la color de tonina, lo demás tenía ni más ni menos
los brazos e manos monstruosos porque vimos levantarse en aire fuera de la
mar.”
Grijalva participó de otras expediciones a la Baja California que
engloba el Mar de Cortés. No es mala zona para encontrar criaturas extrañas o
misteriosas pues alberga una biodiversidad marina apabullante. Se calcula que
el 40% de las especies marinas de todo el mundo se encuentran en el Mar de
Cortés. No extraña que el comandante Jacques Cousteau denominara a este mar
como “el acuario del mundo.”
3.-Candidatos a resolver el enigma del “hombre-pez”
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Esqueleto de un manatí. Museo Cívico de Zoología. Roma (Italia).Archivo
del autor |
Ahora
comienza la parte más difícil de nuestro relato. El presentar candidatos reales
que identifiquen a las criaturas dibujadas en el viejo legajo. En primer lugar
iremos a lo fácil. Podemos seguir el caso del avistamiento de Colón de 1493 y
plantear que Grijalva viera a un manatí. Lamentablemente, en base a los datos
que poseemos, es el animal acuático que menos se le parecería. Los manatíes son
lentos (su velocidad máxima llega a 8 km/h), y no encajan con la agilidad y
curiosidad de la criatura descrita.
Según la descripción de los documentos del
Archivo de Indias la criatura “se
regocijaba de la misma manera que un mono”, “miraba a la gente”, y en el viaje de regreso se “levantaba en el aire fuera del agua”.
Además existe el factor decisivo de la geografía. Los manatíes habitan las
islas y litorales del Mar Caribe y en el río Amazonas. Aunque pueden tolerar
ciertos ambientes salobres como manglares y estuarios no son, propiamente
dicho, animales marinos. El avistamiento de Grijalva tuvo lugar en las aguas
del Pacífico Sur así que un manatí no podría ser nuestro “hombre-pez.”
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Nutria marina. Foto de Matt Knoth |
Existe
un mamífero marino que reúne algunas de las características de la misteriosa
criatura. Me refiero
a la nutria marina (Enhydra
lutris). Este entrañable animal es un peso pesado dentro de la familia de
los Mustélidos. Los machos adultos pueden pesar hasta 45 kilogramos. Las
nutrias marinas muestran una desenvoltura en el mar increíble. Además han
desarrollado una serie de pautas que demuestran su aguda inteligencia.
Utilizan
las algas marinas como edredón envolvente para que no les arrastre la corriente
y es de los pocos mamíferos, junto a los primates, capaces de usar
herramientas. La nutria marina se posiciona boca arriba y usa una piedra como
herramienta para romper cangrejos y erizos de mar que colocan sobre su panza.
Las nutrias marinas poseen una capa aislante de aire atrapado entre los pelos
largos y la borra. Nada que se asemeje a las escamas de la parte inferior que
aparece en el dibujo. Aunque cierto es que en el relato de Grijalva no asegura
que divisaran escamas en su cuerpo. Respecto a las aletas, las nutrias marinas
no tienen como tales pero si unos pies anchos con membranas interdigitales
hasta la punta de los dedos. Esta adaptación facilita la natación e inmersión
en el agua. Pero otra vez el factor geográfico nos hace descartar a la nutria
marina como el animal que se esconde tras el “hombre-pez.” Esta especie de nutrias habitan las aguas del Pacífico
Norte, es decir, el litoral del Norte de los Estados Unidos, Canadá, Alaska y
el Extremo Oriente de Rusia.
Nos
queda un candidato que sin reunir todas las cualidades de la extraña criatura
bien pudiera encajar. El león marino de California (Zalophus californianus), como su nombre indica habita las aguas de
la Coste Oeste de Norteamérica, incluyendo la Península de la Baja California
que exploró Grijalva. En este caso la distribución geográfica de este animal
juega a nuestro favor. El león marino posee un tamaño respetable ya que los
machos pueden alcanzar los 400 kilogramos. Este pinnípedo es muy ágil, gregario
e inteligente. Es muy utilizado en las exhibiciones animales y sus chillidos
vocingleros retumban en los acuarios y zoos de todo el mundo. El león marino
californiano está plenamente adaptado a su entorno, es capaz de aguantar cinco
minutos bajo el agua y bucea a una profundidad de unos 70 metros. Los leones
marinos son muy ágiles en el agua pues moviendo las aletas a modo de remos
pueden alcanzar unos 30 km/h. Demuestran además una gran agilidad en el agua ya
que puede operar giros bruscos que le ayudan a escapar de los depredadores.
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Ejemplar de león marino en las costas de California
(EE.UU.). Fotografía de Mike Baird. (Bairdphotos.com) |
Este
magnífico animal si parece encajar en la descripción de las extremidades del
dibujo. Si omitimos los cuatro dedos de una de las extremidades que aparece en
el dibujo, el león marino dispone de cinco dedos, el más largo de los cuales es
el pulgar. Las aletas traseras también son visibles, los cinco dedos que
corresponden a los pies son más pequeñas que las anteriores y, a diferencia de
éstas, poseen garras en los tres dedos interiores. En tierra las aletas
posteriores le sirven de apoyo, y en el agua, de timón. Hay una serie de
características morfológicas que difieren del dibujo. El dibujo no presenta
orejas visibles que es un rasgo característico de los leones (y osos) marinos,
aunque muy reducidas. Estos pabellones auditivos son pequeños, están reforzados
con cartílago y poseen músculos propios. También poseen bigotes que son largos
y correosos.
Conclusiones
Así
pues creo que el león marino se acerca bastante a la criatura que divisaron los
hombres de Grijalva en 1533. No puede parecer un animal sensacional o fuera de
lo común pero hay que tener muy presente la mentalidad de los hombres del Viejo
Mundo ante el Nuevo. Algunos de los hombres de mar o que vivieran en pueblos
marineros quizás podrían haber visto una foca o ballena en su vida pero muchos
de estos hombres provenían de pueblos y villas del interior de España. El
dibujo está muy conseguido para la época y se le puede perdonar, obviamente,
algunos rasgos físicos que no hayan sabido plasmar.
Hemos
obviado un dato que se refiere al color de “la
tonina”. Este término es sinónimo de delfín en muchos países de América así
que quién sabe si un nuevo cetáceo puede encarnar a las sirenas del Nuevo
Mundo.
Más información
-El gran libro de la
criptozoología. Gustavo Sánchez Romero, David Heylen y José Gregorio
González. Edit.EDAF.2008.
-Dibujo de dos
“sirenas” avistadas durante la expedición de Hernando de Grijalva y Martín de
Acosta por las costas americanas de la Mar del Sur.1533.
-Papel manuscrito,dibujo a pluma. Cuaderno de 4 hojas de
30.5x21,5 cm. ARCHIVO GENERAL DE INDIAS.Sevilla. Patronato.20.N.S.R.7.Incluye
MP-ESTAMPAS.2.
-Diario de a bordo.
Cristóbal Colón. Arlanza Ediciones.2002.
Nota del autor: las transcripciones de los textos
originales del siglo XVI se han adaptado a la escritura actual para su mejor
entendimiento.
Más de Carlos A. Font en Criptozoología
en España: