jueves, 21 de enero de 2021

Sirenas del Nuevo Mundo

 

Sirenas del Nuevo Mundo

Los encuentros de Cristóbal Colón y Hernando de Grijalva con estos mitológicos seres

 

Carlos A.Font Gavira
Historiador

 

En el panteón de criaturas mitológicas las sirenas ocupan un lugar destacado. Desde la más lejana mitología las sirenas han estado presentes en nuestro imaginario cultural. Los antiguos griegos dieron vida a las sirenas a través de las aventuras de la Odisea. Según el mito las sirenas eran criaturas marinas, conformadas la mitad de su cuerpo como animal y la otra mitad como humano. También poseían un atributo de belleza que usaban para seducir a los hombres de mar. Los rudos marineros, en sus largas travesías, eran encantados por los cantos de sirena y terminaban ahogados en la profundidad del océano. Un significado trágico de la atracción mortífera que siempre ha ejercido el mar entre nosotros.


Hoy vivimos en una época de hipertrofia tecnológica. Cámaras digitales, comunicaciones satelitales, teléfonos de vanguardia,... producen una cantidad ingente de imágenes y vídeos sobre criaturas anómalas. Sin embargo, la proliferación de contenido no garantiza una verdad exacta. Al contrario, hoy más que nunca es más fácil la manipulación y el engaño. En las siguientes líneas vamos a realizar, no el proceso inverso, sino el más antiguo. 

Vamos a remontarnos quinientos años atrás a los testimonios de célebres navegantes cuando el mundo empezó a hacerse más pequeño. En la Era de los Descubrimientos, el engaño también existía pero era menos prolífico en un momento en que las pruebas dependían del testimonio personal plasmado, la mayoría de las veces, en un trozo de papel.

 

1.-La decepción de Colón
 

El primer testimonio moderno de una sirena nos lo brinda Cristóbal Colón. El descubridor (oficial) de América realizó cuatro viajes a América donde tomó notas descriptivas de todo lo que veía. Distancias náuticas, régimen de vientos, vegetación, costumbres de los nativos, animales, … Todo un catálogo de datos reveladores de una nueva realidad que jalonan las páginas del Diario de a bordo de Colón. 


Es cierto que muchas impresiones de Colón parecen extraídas de su imaginación como cuando aseguró ver indios con cabeza de perro en las islas del Caribe o una abundancia de oro que nunca existió. Incluso, el 4 de noviembre de 1492, apuntó una revelación sensacional ya que lejos de allí de la isla “había hombres de un ojo y otros con hocicos de perros que comían los hombres, y que en tomando uno lo degollaban y le bebían la sangre y le cortaban su natura.” ¿Alucinación o exageración? 


A principios de 1493, en concreto el 9 de enero, Colón escribió la siguiente entrada en su diario: “El día pasado, cuando el Almirante iba al Río del Oro, dijo que vio tres sirenas que salieron bien alto de la mar, pero no eran tan hermosas como las pintas, que en alguna manera tenían forma de hombre en la cara.” ¿Qué criatura divisó el Almirante de la Mar Océana?

 

En la actualidad existe un consenso en aceptar que el manatí (Trichechus manatus) se encuentra tras el mito de las sirenas. Si vemos un manatí y lo comparamos con la imagen idealizada que nos ha transmitido la mitología diríamos que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Las sirenas de la mitología son bellas, estilizadas y con un punto seductor. Los manatíes son criaturas inofensivas, vegetarianas y mansas pero poco gráciles, lentas y orondas. Entonces, ¿por qué esta comparación entre animal real y criatura fantástica? 

Manatí antillano (Trichechus manatus) en el Merritt Island's National Wildlife Refuge de Florida, cerca del Centro Espacial Kennedy.

En honor a la verdad el manatí muestra algunos rasgos peculiares. Por ejemplo los pechos y glándulas mamarias que posee así como la manera de mantener a sus crías en sus brazos (aletas) mientras flotaban en aguas costeras. Así pues la confusión manatí-sirena surgió en el siglo XVI, se acrecentó en los siglos XVII-XVIII y solo a partir del siglo XIX se empezaron a deslindar ambos términos. Como legado de esta comparación histórico-natural el orden zoológico que incluye a los manatíes (y a sus primos del Viejo Mundo los dugongos) recibió el nombre de los “Sirenios.”


El manatí antillano que, seguramente, fue la criatura que avistó Colón pasa por ser de los más grandes de su género puesto que alcanza los 1.200 kilogramos de peso y cerca de cuatro metros de longitud. El manatí antillano habita ríos, lagunas, entornos marinos costeros así como manglares y arrecifes de coral. A pesar de soportar los ambientes marinos necesitan algún acceso al agua dulce. A continuación vamos a comentar una pieza documental más interesante si cabe. En este caso cambiamos de escenario pues nos debemos trasladar al Mar de Cortés (California), de siglo (primer tercio del siglo XVI) y de formato.


2.-La extraña criatura del Mar de Cortés

Ahora contamos, no con unas pocas líneas de un breve apunte, sino una observación más detallada y acompañada de una descripción minuciosa y, lo más importarte, de sendos dibujos de una extraña criatura.

 

Hernán Cortés

Hernán Cortés (1485-1547) ha pasado a la Historia por ser el conquistador del Imperio Azteca. Con pocos hombres y armado, no sólo de caballos y arcabuces, sino también de astucia y estrategia logró el extremeño doblegar a la civilización más prominente de Mesoamérica. Hay una faceta menos conocida de Hernán Cortés pero igual de destacable. Nos referimos a su oficio de descubridor y explorador puesto que patrocinó cuatro expediciones, que sepamos, para conocer y explorar el Mar del Sur (Océano Pacífico). 


Durante su estancia en España en 1529, Cortés consiguió del Emperador Carlos V, el título de marqués del Valle de Oaxaca y licencia sobre futuras descubrimientos en la Mar del Sur. De regreso en México, Cortés envió a su primo Diego Hurtado de Mendoza en 1532 a que explorara el litoral del mar del Sur, más allá de los límites de la Audiencia de la Nueva Galicia (Provincias de Xalisco y Zacatecas). La expedición, compuesta de dos barcos, partió del golfo de Tehuantepec (donde Cortés fundó un astillero), fueron costeando las costas de Jalisco y Nayarit.


Una segunda expedición partió del hoy puerto de Manzanillo el 30 de diciembre de 1533 con dos naves (“Concepción” y “San Lázaro”). Ésta última estaba bajo el mando del Capitán Hernando de Grijalva (¿Cuéllar?,España s.f./Océano Pacífico,c. 1537) Los barcos se separaron durante la travesía. El “San Lázaro” descubrió las Islas Revillagigedo y continuó explorando las infinitas aguas del Océano Pacífico. 


Entre los innumerables legajos del Archivo de Indias, memoria viva de América, encontramos una estampa singular. En una cuartilla de papel aparece representado el dibujo de dos sirenas avistadas durante la expedición de Hernando de Grijalva. La criatura es denominada “hombre marino” y además apunta lo siguiente sobre su curioso comportamiento: “se regocijaba de la misma manera que un mono, zambulléndose y bañándose con las manos, y mirando a la gente como si tuviera sentido.” ¿Qué animal real se halla tras esta vivaracha criatura?


Examinando los dibujos presentados se observan sendas criaturas, de perfil, y mirando hacia la izquierda. En realidad es el mismo dibujo pero con dos diseños. La única diferencia visible entre ambos dibujos es que el primero presenta, a partir del torso, una piel escamada. La cabeza es bastante similar a la humana pero sin pelo aparente ni pabellones auditivos. El hocico es corto, ojos grandes y ovalados. 


En el segundo dibujo parece asomar, según mi interpretación, unos leves bigotes por debajo de la nariz. El cuello es corto y el pectoral y extremidades bastante similar al humano. Los brazos son, increíblemente, parecidos a los humanos pero, ojo al dato, poseen cuatro dedos en la mano derecha y cinco dedos en la mano izquierda. ¿Error o confusión? Tal vez el término correcto serían aletas (propio tanto de los Pinnípedos como de los Sirénidos). Las extremidades posteriores acaban en unas bien diseñadas aletas.

Dibujo de dos "sirenas" avistadas durante la expedición de Hernando de Grijalva y Martín de Acosta por las costas americanas de la Mar del Sur. 1533. Archivo General de Indias. Sevilla. PATRONATO,20.N.S.R.7. (Extraído del catálogo "Exposición Pacífico. España y la gran aventura de la Mar del Sur.Gobierno de España". Acción Cultural Española (ACE).2013.

Grijalva retornó al puerto de Acapulco en febrero de 1534 no sin antes explorar las costas del golfo de Tehuantepec (actual México). En su regreso Grijalva y sus hombres volvieron a ver a la extrema criatura, al que llamaban “hombre-marino”. Los datos que aporta en este segundo avistamiento no tienen desperdicio: “El pez que vimos se asemejaba a esto aunque no divisamos si tenía escamas o no, que parecía la color de tonina, lo demás tenía ni más ni menos los brazos e manos monstruosos porque vimos levantarse en aire fuera de la mar.” 


Grijalva participó de otras expediciones a la Baja California que engloba el Mar de Cortés. No es mala zona para encontrar criaturas extrañas o misteriosas pues alberga una biodiversidad marina apabullante. Se calcula que el 40% de las especies marinas de todo el mundo se encuentran en el Mar de Cortés. No extraña que el comandante Jacques Cousteau denominara a este mar como “el acuario del mundo.”

 

3.-Candidatos a resolver el enigma del “hombre-pez”

 

Esqueleto de un manatí. Museo Cívico de Zoología.
Roma (Italia).Archivo del autor

Ahora comienza la parte más difícil de nuestro relato. El presentar candidatos reales que identifiquen a las criaturas dibujadas en el viejo legajo. En primer lugar iremos a lo fácil. Podemos seguir el caso del avistamiento de Colón de 1493 y plantear que Grijalva viera a un manatí. Lamentablemente, en base a los datos que poseemos, es el animal acuático que menos se le parecería. Los manatíes son lentos (su velocidad máxima llega a 8 km/h), y no encajan con la agilidad y curiosidad de la criatura descrita. 

Según la descripción de los documentos del Archivo de Indias la criatura “se regocijaba de la misma manera que un mono”, “miraba a la gente”, y en el viaje de regreso se “levantaba en el aire fuera del agua”. Además existe el factor decisivo de la geografía. Los manatíes habitan las islas y litorales del Mar Caribe y en el río Amazonas. Aunque pueden tolerar ciertos ambientes salobres como manglares y estuarios no son, propiamente dicho, animales marinos. El avistamiento de Grijalva tuvo lugar en las aguas del Pacífico Sur así que un manatí no podría ser nuestro “hombre-pez.”


Nutria marina. Foto de Matt Knoth

Existe un mamífero marino que reúne algunas de las características de la misteriosa criatura. Me refiero
a la nutria marina (Enhydra lutris). Este entrañable animal es un peso pesado dentro de la familia de los Mustélidos. Los machos adultos pueden pesar hasta 45 kilogramos. Las nutrias marinas muestran una desenvoltura en el mar increíble. Además han desarrollado una serie de pautas que demuestran su aguda inteligencia. 

Utilizan las algas marinas como edredón envolvente para que no les arrastre la corriente y es de los pocos mamíferos, junto a los primates, capaces de usar herramientas. La nutria marina se posiciona boca arriba y usa una piedra como herramienta para romper cangrejos y erizos de mar que colocan sobre su panza. 


Las nutrias marinas poseen una capa aislante de aire atrapado entre los pelos largos y la borra. Nada que se asemeje a las escamas de la parte inferior que aparece en el dibujo. Aunque cierto es que en el relato de Grijalva no asegura que divisaran escamas en su cuerpo. Respecto a las aletas, las nutrias marinas no tienen como tales pero si unos pies anchos con membranas interdigitales hasta la punta de los dedos. Esta adaptación facilita la natación e inmersión en el agua. Pero otra vez el factor geográfico nos hace descartar a la nutria marina como el animal que se esconde tras el “hombre-pez.” Esta especie de nutrias habitan las aguas del Pacífico Norte, es decir, el litoral del Norte de los Estados Unidos, Canadá, Alaska y el Extremo Oriente de Rusia.


Nos queda un candidato que sin reunir todas las cualidades de la extraña criatura bien pudiera encajar. El león marino de California (Zalophus californianus), como su nombre indica habita las aguas de la Coste Oeste de Norteamérica, incluyendo la Península de la Baja California que exploró Grijalva. En este caso la distribución geográfica de este animal juega a nuestro favor. El león marino posee un tamaño respetable ya que los machos pueden alcanzar los 400 kilogramos. Este pinnípedo es muy ágil, gregario e inteligente. Es muy utilizado en las exhibiciones animales y sus chillidos vocingleros retumban en los acuarios y zoos de todo el mundo. El león marino californiano está plenamente adaptado a su entorno, es capaz de aguantar cinco minutos bajo el agua y bucea a una profundidad de unos 70 metros. Los leones marinos son muy ágiles en el agua pues moviendo las aletas a modo de remos pueden alcanzar unos 30 km/h. Demuestran además una gran agilidad en el agua ya que puede operar giros bruscos que le ayudan a escapar de los depredadores.

Ejemplar de león marino en las costas de California (EE.UU.). 

Fotografía de Mike Baird. (Bairdphotos.com)

Este magnífico animal si parece encajar en la descripción de las extremidades del dibujo. Si omitimos los cuatro dedos de una de las extremidades que aparece en el dibujo, el león marino dispone de cinco dedos, el más largo de los cuales es el pulgar. Las aletas traseras también son visibles, los cinco dedos que corresponden a los pies son más pequeñas que las anteriores y, a diferencia de éstas, poseen garras en los tres dedos interiores. En tierra las aletas posteriores le sirven de apoyo, y en el agua, de timón. Hay una serie de características morfológicas que difieren del dibujo. El dibujo no presenta orejas visibles que es un rasgo característico de los leones (y osos) marinos, aunque muy reducidas. Estos pabellones auditivos son pequeños, están reforzados con cartílago y poseen músculos propios. También poseen bigotes que son largos y correosos.

 

Conclusiones

 

Así pues creo que el león marino se acerca bastante a la criatura que divisaron los hombres de Grijalva en 1533. No puede parecer un animal sensacional o fuera de lo común pero hay que tener muy presente la mentalidad de los hombres del Viejo Mundo ante el Nuevo. Algunos de los hombres de mar o que vivieran en pueblos marineros quizás podrían haber visto una foca o ballena en su vida pero muchos de estos hombres provenían de pueblos y villas del interior de España. El dibujo está muy conseguido para la época y se le puede perdonar, obviamente, algunos rasgos físicos que no hayan sabido plasmar.

Hemos obviado un dato que se refiere al color de “la tonina”. Este término es sinónimo de delfín en muchos países de América así que quién sabe si un nuevo cetáceo puede encarnar a las sirenas del Nuevo Mundo.

 

Más información

 

-El gran libro de la criptozoología. Gustavo Sánchez Romero, David Heylen y José Gregorio González. Edit.EDAF.2008.

-Dibujo de dos “sirenas” avistadas durante la expedición de Hernando de Grijalva y Martín de Acosta por las costas americanas de la Mar del Sur.1533.

-Papel manuscrito,dibujo a pluma. Cuaderno de 4 hojas de 30.5x21,5 cm. ARCHIVO GENERAL DE INDIAS.Sevilla. Patronato.20.N.S.R.7.Incluye MP-ESTAMPAS.2.

-Diario de a bordo. Cristóbal Colón. Arlanza Ediciones.2002.

 

Nota del autor: las transcripciones de los textos originales del siglo XVI se han adaptado a la escritura actual para su mejor entendimiento.


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