miércoles, 22 de febrero de 2012

Perros demoníacos en la mitología canaria: Tibicenas y su corte del infierno

La mitología de los aborígenes canarios está repleta de alusiones a unos extraños seres procedentes del  lado más oscuro de la realidad. Seres con aspecto de perro negro, como los dips medievales que ya conocemos en el Baix Camp catalán (ver artículo), que parecen estar emparentados con la moderna figura del chupacabras, el bebedor de sangre más escurridizo y fantástico que –tal vez- pueble nuestro planeta.
Canarias es una  tierra perfectamente abonada para todo tipo de misterios. Y las historias increíbles relacionadas con animales desconocidos vienen desde muy antiguo, desde la época en que los guanches dominaban las islas. La creencia en perros demoníacos estaba muy extendida en casi todo el archipiélago. Así, en Tenerife eran conocidos como guacanchas, mientras en Gran Canaria el nombre utilizado era tibicenas, aunque –en esencia- se referían al mismo ser. Entre los aborígenes de la isla de La Palma existía la creencia en Iruene, un dios maligno con forma de enorme perro lanudo, un espíritu del mal que aprovechaba la oscuridad de la noche para atacar a hombres y animales, sin distinción.
La creencia más extendida veía a estos perros sangrientos como hijos del mismísimo demonio, conocido como Guayota entre los aborígenes tinerfeños. Cuenta la leyenda que un día Guayota raptó al dios Magec, el sol, llevándolo al interior del volcán del Teide sumiendo al mundo en un tiempo de tinieblas hasta que Achamán, el dios del cielo, lo rescató.
Fue precisamente durante esa oscuridad cuando aparecieron los tibicenas, habitando desde entonces en cuevas y barrancos adonde el sol no puede llegar. Una especie de perros lanudos de enorme tamaño, dotados de grandes fauces, con ojos de color rojo y una despiadada manera de proceder que causaban el terror entre los isleños. Para aplacar la ira de estas bestias, los guanches realizaban ofrendas compuestas por miel, ovejas y cabras, que depositaban en lugares cercanos a la morada de estos seres.


Los isleños también elaboraban extraños ídolos de barro cocido y de terracota que pretendían representar a los tibicenas, con el desesperado fin de ganar su favor y prevenir la mala suerte que solía acompañar a los infortunados que se topaban con ellos. En La Aldea de San Nicolás, Barranco de Guayedra, en Agaete y San Bartolomé de Tirajana, en la ssla de Gran Canaria, se han encontrado objetos de este tipo.


¿Puede existir una base real tras el mito?
La respuesta puede estar en los restos hallados en diversos yacimientos arqueológicos como los del Barranco de Santos y las Cañadas del Teide (en Tenerife) y los del Barranco de Guayadeque (en Gran Canaria). En todos estos casos se han encontrado enormes cráneos de perros desconocidos, lo que podría indicar la existencia de una desaparecida raza canina de gran tamaño que hubiera podido servir como base para construir una historia a su alrededor.
Estos cánidos desconocidos hoy en día bien podrían ser los verdines, una raza feroz, de gran tamaño y del curioso color que les daba nombre y no tener nada que ver con misteriosos perros, desde luego. La leyenda cuenta que, gracias a la intervención de estos verdines, los guanches pudieron vencer en una ocasión a las tropas invasoras castellanas. Si es verdad que esta especie existió alguna vez, por desgracia, ha pasado a formar parte de la larga lista de animales de los que nunca hemos tenido conocimiento cierto.
Tampoco debemos desdeñar sin más los numerosos testimonios existentes que hablan de la presencia de estos perros negros y sanguinarios en la Canarias actual. Al menos, eso parece indicar la cantidad de casos referentes a ataques a ganado que se han venido produciendo en territorio insular y que llevan la impronta del moderno chupacabras que, como hemos mencionado, podría asemejarse a la visión clásica de tibicenas. Al menos coinciden en su súbito y misterioso modo de desmaterializarse, en la elección de sus víctimas (cabras, ovejas, conejos,…) y en su modo sanguinario, oscuro y misterioso de actuar.
En este sentido, nos viene a la memoria la oleada sucedida en Tenerife en 1979, una sucesión de ataques a animales que se iniciaron con el famoso episodio conocido como la matanza de Taco. El protagonista (o protagonistas) de las fechorías nunca pudo ser localizado a pesar del amplio rastro de cadáveres encontrados en extrañas circunstancias que dejó a su paso y del fuerte dispositivo policial que las autoridades destinaron a resolver el misterio.
Tal vez la memoria de estos perros ancestrales se encuentre también detrás de la celebración conocida como La Caza del Perro Maldito fiesta que se realiza cada septiembre en la localidad grancanaria de Valsequillo, en un intento de exorcizar el halo de maldad que rodeaba a tibicenas y sus huestes infernales. Bueno, se celebraba, pues en 2011 se suspendió al acabar el festejo con dos muertos y varios heridos por quemaduras producidas al incendiarse el traje de uno de los participantes. Parece como si una macabra maldición hubiera vengado la memoria de los infernales y negros perros canarios.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué interesante! (Igual que el Blog entero)... ;)
¡Javier, tu Blog es súper entretenido, ¡Me encanta!

Anónimo dijo...

Felicidades, me ha gustado mucho...y he aprendido algo mas de nuestra tierra.
gracias

José Luis dijo...

Hola. He escrito una novela fantástica ambientada en las Islas Canarias. Aparecen personajes y mitos tan apasionantes como los Tibicenas, Guayota (así se titula), San Borondón, el Jardín de las Hespérides o la Atlántida. Puede encontrarse en:

http://www.amazon.es/s?_encoding=UTF8&field-author=Jos%C3%A9%20Luis%20D%C3%ADaz%20Marcos&search-alias=digital-text

Un saludo.


Javier Resines dijo...

Gracias por el enlace, José Luis. Estamos seguros que a nuestros lectores les va a parecer realmente interesante.
Un saludo.

Isaac Miguel dijo...

Este es un tema que me apasiona. Estoy escribiendo una obra de teatro
relacionada con los indígenas de Gran Canaria. Espero conocerte personalmente en alguna ocasión.
Saludos. Isaac Miguel Oropez.

Javier Resines dijo...

Gracias por tu comentario, Isaac Miguel. También a mi me apasiona todo lo relacionado con la cultura guanche. Suerte con tu obra y mantennos informados. Un saludo.