miércoles, 7 de septiembre de 2016

El último tilacino

Un día como hoy, 7 de septiembre de 1936, desapareció una especie. Una noticia triste que hoy recordamos por partida doble. Por una parte, para no olvidar que todo esfuerzo por conservar nuestra biodiversidad es poco. Y, por otra, porque el tilacino, el tigre de Tasmania, el lobo marsupial o como queramos llamarlo, se ha convertido en uno de los críptidos más famosos a nivel mundial.


La historia comienza  (o, más bien acaba) en esa fatídica fecha. Dos mil años atrás, el tilacino desapareció de Australia continental, aunque mantuvo su existencia a duras penas en la isla de Tasmania.

Diezmado por la caza (incentivada con recompensas por parte del gobierno), la competencia con los dingos y la ocupación de su hábitat por los humanos, el tilacino se vio reducido a unos pocos ejemplares conservados en zoológicos.

El último de ellos, llamado Benjamin, murió  en el zoo de Hobart debido a una negligencia de su cuidador y, con él, se perdió otra especie.  O tal vez no porque –desde entonces y hasta el momento actual- los supuestos avistamientos de lobos marsupiales se pueden contar por miles, tanto en la isla como en Australia y en la vecina Nueva Guinea.



Es por eso que el tilacino se ha convertido en uno de los críptidos favoritos de aquella parte del mundo junto a Yowie o Bunyip, ejemplos de la riqueza criptozoológica australiana, sobre todo desde que fue declarado oficialmente desaparecido cincuenta años después, en 1986, tras medio siglo sin encuentros fidedignos.

Hoy nos tenemos que conformar con estas historias y con estudiar los restos anatómicos de tilacino que hay repartidos por instituciones de medio mundo. En España, concretamente en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid, puede verse un ejemplar naturalizado completo en muy buen estado de conservación. Fue comprado a una casa británica de taxidermistas en la década de los 30 del siglo XX y suele pasar inadvertido debido, sobre todo, a los diversos cambios de ubicación que ha sufrido en los últimos años.


En cualquier caso, si necesitamos una buena excusa para visitar el Museo esta es –sin duda- inmejorable: rendir un pequeño homenaje a esta  especie recientemente desaparecida. Al menos, oficialmente…

Para saber más:

The Tylacine Museum (en inglés)




2 comentarios:

Mortimer Dumfries dijo...

Tengo un ejemplar de "El pez pulmonado, el dodó y el unicornio" (1963), de Willy Ley. Si a alguien le interesa comprarlo, hablamos.

Javier Resines dijo...

Pues, es un gran libro, la verdad. Yo lo releo de vez en cuando y lo uso como fuente de datos. A pesar de los años transcurridos desde su publicación, no ha perdido ningún valor, al contrario.