Un tiburón enano, una tortuga de las arenas, babosas de mar
multicolores,... En 2011, cerca de 18 000 nuevas especies han sido añadidas a
los 1,9 millones ya conocidas. Sólo durante ese año, la Academia de Ciencias de
California -por poner un ejemplo- ha identificado cerca de 130 nuevos animales,
en su mayoría artrópodos: insectos, crustáceos, etc.
Misimensis pariphantopsys |
A pesar de la labor realizada todos los años, estos buscadores
de lo nuevo no temen el desempleo: los investigadores en la clasificación de la
vida estiman que hay en nuestro planeta entre 8 y 30 millones de especies por
descubrir.
Philippe Bouchet, zoólogo del Museo Nacional de Historia
Natural de París (MNHN, donde trabajó durante años el zoólogo español Jordi
Magraner), recuerda que "en la
década de 1970 existía el pensamiento dominante según el cual todo estaba
visto, todo estaba catalogado. La exploración de la biodiversidad era una idea
que olía al siglo XIX". Hubo un cambio radical a partir de los años
1980: "Los entomólogos que utilizaban métodos modernos de exploración especularon
que varios millones de especies de insectos podían vivir en las copas",
verdadero techo de verdor formado por el follaje superior de los árboles. Un
ecosistema en sí mismo.
Este período también marca el inicio de la exploración de los
océanos y las fuentes hidrotermales, "entornos
completamente nuevos, donde había especies desconocidas". Paralelamente,
explica el investigador, "el acceso
a las técnicas moleculares, más baratas y más fáciles de usar, hace que estemos
en posición de ver bajo un prisma nuevo la fauna y la flora que creíamos bien
conocida”. En suma, un mundo a revisitar.
Pterinopelma sazimai |
Símbolo de este nuevo rumbo, el programa de misiones "El planeta revisitado", lanzado en
2006 por el MNHN, proporciona a importantes equipos de científicos los medios
para trabajar en ambientes considerados inaccesibles. Tal es el caso del
follaje de la copa tropical o algunos ambientes costeros que carecen de
infraestructuras.
Expediciones
El jefe de expedición del programa, Philippe Bouchet, ha
acompañado durante cuatro meses en 2006 a más de 150 científicos en Espiritu
Santo, una de las islas del archipiélago de Vanuatu, situado en el Pacífico
Sur. Objetivo: realizar un inventario de la biodiversidad con la ayuda de
especialistas en buceo, escalada, espeleología,...
Pristiophorus nancyae |
Allí, estos aventureros del Arca de Noé deseaban estar en constante contacto con los
investigadores y estudiantes locales. Una característica de las misiones
científicas del siglo XXI. "No somos
colonos que vienen, cogen y se van”, dice Bouchet. “Queremos mostrarle a la gente que hay un patrimonio natural que
proteger en torno a ellos".
Habitualmente, los lugareños conocen a la perfección
especies que nunca antes habían sido reportadas. Así, el año pasado, un
científico de California se sorprendió al descubrir un pez - linterna
desconocido en los puestos del mercado de Taiwán.
Una expedición como las de Philippe Bouchet puede traer en
su equipaje "de 1.000 a 2.000
especies nuevas"en cada viaje. Sin embargo, cinco años después, sólo
un centenar de ellas han sido debidamente catalogadas.
Una carrera contra el tiempo
¿Por qué esta aparente lentitud? "La mayoría de los grupos zoológicos no cuentan con un especialista
mundial", lamenta el investigador. Así, algunos crustáceos, moluscos e
insectos, que constituyen la mayoría de las nuevas especies, pueden esperar
veinte años desde su descubrimiento sobre
el terreno hasta su descripción formal en la literatura científica. Philippe
Bouchet recuerda una mariposa en Brasil recientemente descrita "sobre la base de muestras tomadas al
comienzo del siglo XX. "
Halicephalobus mephisto |
A pesar del poco interés que la comunidad científica parece mostrar
ante los arácnidos y las babosas de mar, Bouchet está convencido de que "todas las especies tienen algo que decir, un
mensaje sobre la evolución, la ecología y la conservación."
La falta de investigadores especializados, junto con la cantidad
de especies a estudiar, convierte el trabajo de estos buscadores en una verdadera
carrera contra el reloj. "No hay un
tiempo infinito. La mayoría de las especies desaparecerán incluso antes de ser
descritas", dice. Un ejemplo es la mencionada mariposa de Brasil, cuyo
hábitat ha sido seriamente destruido por la extensión de la actividad humana
durante el último siglo.
Pero Philippe Bouchet quiere seguir siendo optimista: "Descubrir y describir especies desconocidas
es algo positivo en un contexto ambiental en el que sólo se oyen malas
noticias. Esto demuestra que vale la pena que nos interesemos por la Tierra.”
Fuente: Julien Joly (Le Monde)
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