En el estudio, Alvarez Lao explica que “en los episodios de frío más intenso, las poblaciones de estas especies se vieron obligadas a migrar hacia el sur y, de este modo, podemos constatar su presencia en la Península Ibérica. Ahora sabemos que estos mamíferos adaptados al clima frío tuvieron que convivir con ciervos, corzos y jabalíes, especies propias de climas templados que eran comunes aquí en esta época”.
Sin embargo, la mera presencia de estas especies no significa que se hayan asentado de forma permanente entre nosotros, “y esto es lo que sucedió no sólo con el mamut, sino con el resto de la fauna glacial presente en la Península Ibérica”, señalan los autores en el estudio publicado ayer en la revista Quaternary Science Reviews.
Para llegar a esta conclusión, los doctores se basan en el análisis del tamaño de los restos descubiertos. “Para muchas especies se ha constatado que las poblaciones de latitudes meridionales tienen una talla menor que sus poblaciones nórdicas, como respuesta adaptativa a un clima diferente, de acuerdo con la regla biológica de Bergmann”, explica Álvarez Lao. Se trata de un patrón, añade, que se puede observar actualmente en especies como el ciervo, el oso o el halcón, en las que las poblaciones de Escandinavia poseen mayor talla que las ibéricas.
Dr. Álvarez Lao |
“En un trabajo previo ya habíamos comprobado que los mamuts del yacimiento de Padul, en Granada, no diferían en tamaño de las poblaciones del resto de Europa. Ahora podemos afirmar que sucede lo mismo en todas las localizaciones, lo que sugiere que los mamuts entraron en la Península durante episodios de tiempo limitado, quizá de forma esporádica coincidiendo con los momentos más fríos”.
Durante las glaciaciones, las especies propias de climas templados (como el ciervo o el jabalí) se refugiaron en las áreas más meridionales de Europa (penínsulas Ibérica, Itálica y Balcánica), huyendo del frío. Pero en los episodios de frío y aridez extremos, esta fauna se desplazó también hacia el sur, aunque éste no fuese su hábitat más adecuado, ya que los mantos de hielo cubrían extensas áreas del centro y norte de Europa, impidiéndoles encontrar pastos. “No se desplazaron por el frío en sí, al que estaban bien adaptados, sino por falta de espacios que les proporcionasen alimento”, explica Álvarez Lao.
Yacimiento de Viladecans, 2008 |
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores analizaron estadísticamente las asociaciones faunísticas de los yacimientos ibéricos con presencia de mamut, y los compararon con una amplia muestra de yacimientos procedentes de la Europa continental y las Islas Británicas. Posteriormente, compararon las dataciones de los restos ibéricos de estas especies de clima frío con la escala de isótopos de oxígeno obtenida en los hielos de Groenlandia, y constataron que la presencia del mamut, rinoceronte lanudo y reno en la península Ibérica coinciden con los momentos de máximo frío del Pleistoceno Superior, que tuvieron lugar entre 45.000 y 15.000 años antes de la actualidad.
Quince mil años no son muchos. Incluso se han hallado restos de ejemplares en el Ártico datados en unos 3.700 años de antigüedad. Leyendo esta última publicación, tal vez las noticias sobre avistamientos de mamuts lanudos en diversos enclaves de los Pirineos no sean tan descabelladas al fin y al cabo. Cierto es que los testimonios son pocos, vagos e imprecisos y se remontan a hace más de un siglo cuando algunos pastores creyeron ver lo que describieron como un elefante con pelo largo en el área de Monte Perdido. Hablamos, seguramente, de criptozoología-ficción pues si ya es difícil su supervivencia en general (como sí pudiera ser posible en algunas remotas zonas de Siberia) más lo sería aún en nuestras tierras donde estuvieron casi de paso.
En cualquier caso, y por el momento, deberemos conformarnos con ver mamuts en el museo dedicado al mismo en Barcelona. En el número 1 de la calle Montcada se levanta el Museo del Mamut desde 2010, un espacio dedicado a comprender la naturaleza, el origen y la desaparición de estos impresionantes animales.
La institución posee una exposición única dedicada a los animales de la Edad de Hielo, no sólo a los mamuts, mostrando a los visitantes una variada colección de esqueletos y otros restos de especies prehistóricas, además de reconstrucciones realizadas en su tamaño original. Se puede tocar el marfil de los colmillos de un verdadero mamut u oler el cuerno de un rinoceronte lanudo, entre otras curiosas experiencias.
Tal vez esta sea la oportunidad más cercana que tengamos nunca de estar junto a un mamut. Eso si los avances de la clonación no terminan por darnos una increíble sorpresa cualquier día...
Fuentes: agenciasinc.es y elaboración propia.
Fuentes: agenciasinc.es y elaboración propia.
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