La más que posible explicación a estos casos se encuentra en la relativamente reciente introducción de siluros en nuestras cuencas hidrográficas que –para aquellos no familiarizados con la especie – les hace aparecer como un monstruo prehistórico, voraz y peligroso. El desconocimiento, en esta ocasión, ha sido motivo suficiente para crear esta inquietud en nuestros lagos y ríos.
El siluro es una especie de la familia de los Siluridae que se ha extendido con éxito – gracias a la ayuda de introducciones ilegales realizadas por particulares – por la cuenca del Ebro, del Júcar y por otros ríos y embalses peninsulares. Es un depredador nocturno muy agresivo que se alimenta –en su edad adulta – de otros peces, cangrejos, invertebrados y ocasionalmente de ranas, roedores y aves acuáticas. Prefiere las aguas calmadas, profundas y turbias de los tramos bajos de los ríos o de los lagos. Sube a la superficie sólo para cazar y manifiesta comportamientos relativamente inteligentes de aprendizaje pudiendo formar –en su fase juvenil –pequeños grupos de carácter gregario.
Los siluros alcanzan grandes dimensiones. El mayor ejemplar del que se tienen datos fiables es un espécimen de 2,78 m y 144Kg capturado en el río Po, Italia. Circulan historias no comprobadas sobre ejemplares mucho mayores, como uno pescado en el Dnieper de 5 m de largo y 306 Kg de peso. En nuestro país, el record lo ostenta un macho capturado en el río Segre con 2,58 m de longitud y 112 kg de peso ( ver foto ) el 28 de agosto de 2009.
Siluro record en España |
Esta especie fue introducida en España en 1974 por el Dr. Roland Lorkowski, biólogo alemán especialista en ecosistemas y peces de agua dulce. Tras pasar la frontera sin problemas ( adujo que los peces que transportaba iban a ser utilizados como cebo vivo para practicar la pesca del lucio) liberó 32 alevines de siluro procedentes del Danubio en aguas de la cuenca del Ebro. La zona elegida fue la desembocadura del Segre, en el embalse de Ribarroja.
Pero volvamos a referirnos a los casos que causaron temor entre los habitantes de las riberas de nuestros embalses. El primero de ellos nos lleva al de Gabriel y Galán, en Cáceres. En la década de los noventa se originó la leyenda de que en este enclave un monstruoso pez atacaba a los bañistas. Para dar mayor credibilidad a los hechos, la propia Junta de Extremadura situó carteles informativos en las orillas del embalse, advirtiendo del peligro de introducirse en sus aguas. La imaginación de los vecinos puso el resto a esta historia.
Otro foco de supuestos ataques lo encontramos en el embalse de Mequinenza. Según los vecinos de la zona, los operarios de mantenimiento y limpieza del muro de la presa se han negado en repetidas ocasiones a realizar su labor bajo el agua. La causa: sus encuentros con un siluro de tamaño descomunal. Al parecer, los buzos sólo descienden ya si están protegidos por jaulas. Además, los lugareños ofrecen una recomendación para todos aquellos que se atrevan a introducirse en aguas del embalse: no llevar ningún tipo de joyas, medallas o cadenas. Como el fondo del pantano es muy turbio, explican, el reflejo de estos adornos serviría a los siluros para orientar su ataque hacia al infortunado bañista.
Lago Schlachtensee |
En España no tenemos constancia absoluta de ataques a personas protagonizados por estos imponentes animales. Sin embargo, en 2008, sí se produjeron en el lago Schlachtensee, cercano a Berlín. Un enorme pez ( presumiblemente un siluro )mordía a los bañistas en las piernas y los arrastraba a las profundidades del lago. Por fortuna, no hubo víctimas mortales, pero el suceso llamó la atención de Discovery Channel, cuyo programa River Monsters trasladó un equipo de filmación al embalse de Mequinenza, lugar idóneo para obtener imágenes de siluros debido a la alta concentración y tamaño de especímenes en sus aguas.
¿ Cuál es la causa de este gran tamaño ? Los expertos consideran que es debido a la mayor temperatura del agua respecto a la que se da en los ríos centroeuropeos, la cantidad y variedad de alimento a su disposición y la pesca con suelta que se practica por ley en este embalse y otros lugares, lo que permite la supervivencia de todos los ejemplares capturados.
A pesar de la ausencia documentada de ataques de siluros en nuestras aguas, la preocupación por la extensión de este animal es cada vez mayor entre biólogos, pescadores y autoridades. En 1995, hay constancia una nueva suelta ilegal en el Ebro de otros 200 pequeños ejemplares procedentes del Po. Más recientemente, en octubre del año pasado, se ha detectado su presencia en la cuenca del Júcar por vez primera. Concretamente, se ha descubierto una colonia de siluros en el valenciano embalse de Forata, según informó Efe y el diario El mundo en su edición del 20 de octubre de 2009.
Como muestra de la ya mencionada agresividad de estos animales, les proponemos ver el siguiente video en el que podemos observar a varios siluros atacando a palomas a los pies del Puente de Piedra que atraviesa
el Ebro, a su paso por Zaragoza.
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