Jorge Hernández Carbonell, biólogo colaborador de Criptozoología en España, nos llama la atención sobre esta reciente noticia.
Después de un siglo y medio sin referencias sobre Thyreophora cynophila, esta
especie de mosca sarcosaprófaga se incluyó en una lista oficial de especies
extintas en 2007. Sin embargo, justo a partir de entonces los biólogos han ido
encontrado este insecto, propio de climas fríos de Centroeuropa, en varias
zonas montañosas del norte de España.
Investigadores de la Universidad de Salamanca confirman
ahora su reaparición tras hallarla en una nueva localización, en las montañas
de Palencia. La prolongada desaparición de esta especie es “un misterio”,
afirma en declaraciones a DiCYT Javier Morales, biólogo de la Universidad de
Salamanca, porque es un animal “fácil de localizar” por su llamativo aspecto y
porque no acostumbra a huir.
Su hábitat natural
son los cadáveres, ya que se alimenta de tejidos en descomposición y allí
depositan sus huevos. En este caso, los investigadores hallaron a finales de
noviembre de 2015 siete ejemplares adultos sobre los restos de un corzo
depredado (Capreolus capreolus) cuyos huesos habían sido dispersados en el
paraje de Sebreras, en la localidad palentina de Velilla del Río Carrión.
“Contabilizamos dos machos y cinco hembras y capturamos una de ellas para su
posterior análisis”, explica Javier Morales, que ha desarrollado este trabajo junto
con Fabio Flechoso y Miguel Lizana. En la actualidad ese ejemplar está
conservado en alcohol en la colección de fauna del Área de Biología Animal de
la Universidad de Salamanca.
Este mismo equipo de científicos ya había buscado la mosca
sin éxito en la primavera anterior en la misma zona, ya que desarrolla un
proyecto sobre biodiversidad dentro de la Cátedra Iberdrola de la institución
académica salmantina. Ahora ya pueden añadir este descubrimiento a una lista
que se inició en la parte madrileña de la Sierra de Guadarrama, en 2007, y que
ha continuado desde entonces con la localización de la especie en La Rioja,
Soria, Zaragoza, Segovia, Guadalajara, Cuenca, León y Gerona. Precisamente,
Palencia había sido la última provincia en incorporarse a esta lista, con un
hallazgo que se produjo a gran distancia y a mayor altitud que en esta ocasión,
1.140 metros.
Tras los primeros indicios de su presencia, las búsquedas se
intensificaron y esto puede explicar en parte esta gran cantidad de
descubrimientos. Sin embargo, los expertos consideran que es difícil de
explicar que nadie la hubiese encontrado durante unos 160 años pensando en que
su tamaño (7 milímetros), su colorido aspecto y su quietud hacen que detectarla
y reconocerla sea relativamente sencillo.
Por eso, una de las hipótesis que se manejan es que
Thyreophora cynophila esté colonizando nuevas zonas, lo que puede ser posible
tanto por causas naturales como antrópicas. Las variaciones en el clima local o
en la disponibilidad de cadáveres al aire libre, tanto de ganado como de reses
silvestres, pueden tener relación con este fenómeno.
De hecho, los biólogos se sorprenden de que esté apareciendo
con temperaturas relativamente templadas y en altitudes no muy elevadas, ya que
se había descrito como una especie vinculada a regiones frías, como otras de la
familia Piophilidae. En la península ibérica viven 11 especies pertenecientes a
ocho géneros, y tres de ellas se han descubierto en España en los últimos 10
años.
Fuente: dicyt.com
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