Un animal similar a las cebras africanas –y que dio nombre a
estas últimas– vivió y se expandió por la Península Ibérica hasta que se
extinguió a finales del siglo XVI. Los últimos ejemplares habitaron en la
comarca albaceteña de La Roda y Chinchilla. Pero no fue hasta mediados del
siglo XVIII que se volvió a mencionar al zebro, momento en el que se empezó a
tratar el problema de su identificación.
Para intentar resolver este misterio que perdura desde hace
siglos, un equipo de investigadores, liderados por la Universidad de Oviedo
(Uniovi), ha recopilado información de diferentes disciplinas humanísticas y
científicas sobre el zebro para ofrecer una respuesta actualizada e
interdisciplinar sobre su verdadera identidad.
“Fray Martín Sarmiento
fue el primero en abordar el tema al encontrar que los montes do Cebreiro
(Galicia) en el siglo XIII se llamaban en latín monsdiciturOnagrorum, lo que le
llevó a descubrir que en multitud de documentos medievales portugueses y
españoles se hablaba de los cebros”, comenta Carlos Nores, investigador en
la Uniovi y autor principal del estudio que se publica en Anthropozoologica.
La conclusión del fraile fue que en España hubo cebras
africanas y por ello, a pesar de ser consciente de que pudiese no ser el mismo
animal, propuso restituirlas a España “para
curiosidad y ostentación de la magnificencia real”, según señaló en un
escrito que permaneció inédito hasta 2013. Desde entonces, aunque Cervantes
también mencionó al zebro en El Quijote
y Lope de Vega lo hizo en La hermosura de
Angélica, la existencia del équido permaneció en el olvido.
No fue hasta 1922 que la Academia de Ciencias de Lisboa
generó un debate entre lingüistas e historiadores que solicitaron información a
los zoólogos para despejar incógnitas.
El último reducto del caballo salvaje de Europa occidental
En 1957 el naturalista Dimas Fernández-Galiano apoyó la
hipótesis de que se trataba en realidad de un onagro o asno salvaje, pero no
existían fósiles de estos animales en la Península Ibérica. Ya en 1992, Nores y
otros investigadores plantearon otra hipótesis: podría tratarse de una especie
de onagro europeo, conocida como el asno de Otranto Equus hydruntinus, que existió en el sur de Europa durante el
Pleistoceno y del que se habían encontrado fósiles en la península hasta la Edad
de Cobre.
“Pero la
paleogenetista francesa Eva-María Geigl acabó demostrando que el auténtico
Equus hydruntinus se había extinguido en el Pleistoceno y que los restos óseos
del atribuido a esta especie en realidad eran de caballo, aunque físicamente
estos caballos salvajes eran parecidos al extinto asno de Otranto”, señala
el investigador.
Con toda la información histórica y científica previa, el
nuevo estudio, que ha reconstruido morfológicamente el zebro y su hábitat, y ha
descrito sus características fenotípicas, entre otros, expone cuatro hipótesis
posibles: el zebro pudo ser un Equus hydruntinus; un caballo salvaje; un
onagro importado de Oriente Próximo, o un asno o caballo doméstico cimarrón.
“A partir de los
conocimientos actuales, la hipótesis más plausible parece ser la del último
reducto del caballo salvaje de Europa occidental; de hecho sabemos que autores
romanos y altomedievales han comentado la presencia de caballos salvajes en
Iberia en los primeros siglos de nuestra era, y sus descripciones son
coincidentes con las posteriores que tenemos del zebro”, informa Nores.
Según el investigador, este supuesto es el que presenta
menos discrepancias con los datos arqueológicos, genéticos e históricos, “pero cualquier descubrimiento futuro puede
relegarla a favor de cualquiera de las otras porque persisten algunas dudas”,
plantea Nores, preparando ante cualquier sorpresa.
¿Por qué en la Edad Media el zebro era considerado como un
animal diferente al caballo y comparado más con un asno o con un onagro? “Tampoco hay que olvidar que aunque el cerdo
doméstico y el jabalí sean biológicamente la misma especie nadie los
confundiría, además los designamos con nombres diferentes, como también sucedió
con el tarpán y el caballo”, subraya el experto quien recalca que no hay
nada más atractivo que un buen misterio aún sin resolver.
Referencia bibliográfica: Nores, Carlos; Morales Muniz,
Arturo; Llorente Rodriguez, Laura; Bennett, E. Andrew; Geigl, Eva-María. “The Iberian zebro: what kind of a beast was it?” Anthropozoologica
50(1):21-32 junio de 2015 DOI: 10.5252/az2015n1a2
Fuente original: http://www.agenciasinc.es/
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