El 8 de julio de 2007 se produjo un verdadero hito mundial en lo concerniente a la investigación en torno al calamar gigante. Miembros de la Sociedad para el Estudio de los Cetáceos en el Archipiélago Canario fotografiaron y filmaron una escena única hasta la fecha: el momento en el que un calderón tropical devora un ejemplar de arquiteuthis. El suceso tuvo lugar en aguas del sur de Tenerife, a dos millas de la costa, concretamente en el canal submarino que existe entre Los Cristianos y el este de la isla de La Gomera, donde se ubica una importante colonia de estos seres.
Vidal Martin, presidente de la Sociedad y director del Museo de Cetáceos de Canarias, relató cómo dieron con la escena cuando observaban a un grupo de calderones. "Al fijarnos vimos que el calderón tenía un brazo de calamar asomándole de la boca así como otras partes adheridas al dorso y costados del cetáceo. Efectuó varios saltos de lado en el agua para liberar el tentáculo y poder comérselo, como así hizo, lo que fotografiamos y grabamos en vídeo”, comentaba Martín. “Alrededor del calamar gigante hay bastantes mitos y leyendas aunque sigue siendo una especie desconocida y en los últimos años varias expediciones han tratado de filmar vivo a este invertebrado sin mucho éxito", detallaba el investigador, quien señaló que se conoce muy poco de las zonas profundas de las islas, a pesar de que el sur de Tenerife es un lugar idóneo para realizar algún tipo de prospección en busca de estos cefalópodos.
Vidal Martín |
Los calderones probablemente digieren “a bocados” a los calamares por lo es muy difícil que aparezcan restos en su estómago, al contrario de lo que ocurre con los cachalotes, que se los tragan enteros. Martín detalla que sería interesante saber si los calamares gigantes son una dieta “anecdótica” de los calderones tropicales o si estos cetáceos están “especializados” en alimentarse de ellos. Hasta ese momento no se tenían pruebas directas de que ambas especies formaran parte de la misma cadena trófica.
Los investigadores estimaron que el calamar atacado en esta ocasión podría alcanzar unos cinco metros de longitud, a tenor del tamaño del tentáculo. En realidad, se trataba de uno de los dos funículos, los órganos que utilizan para atrapar sus presas y reproducirse. Por desgracia para los arquiteuthis, calderones y calamares están condenados a vivir juntos…
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