El calamar gigante –el mismo ejemplar que apareció varado en
octubre del 2013 en la playa de la Arena, en Pechón- ha sido tratado y
acondicionado para su exhibición en el Museo Marítimo del Cantábrico (MCC), situado en Santander, donde se puede visitar desde finales del pasado mes de agosto.
Se trata de una hembra joven, de algo más de un año de edad,
de 10 metros de largo y 180 kilos de peso, que murió por causas naturales. El
calamar no presentaba mordiscos ni signos externos de ataques –salgo habitual, al
formar parte de la dieta de cachalotes o ser víctimas de sus propios
congéneres–, como tampoco trazas de virus o patologías de ninguna enfermedad.
Se muestra en una urna de cristal que contiene 850 litros de
un líquido especial para su conservación, en un espacio del centro abierto (en
el hall principal de la planta baja) para albergar a la que es ya una de las
atracciones del museo, junto con el esqueleto de ballena o la sardina de dos
cabezas. Este cefalópodo es una pieza "única"
que marcará "un antes y un después"
en el MMC, ya que es "un legado
importante para las jóvenes generaciones, que podrán contemplar una pieza de un
atractivo muy singular", según destacó el consejero de Educación,
Cultura y Deporte del Gobierno, Miguel Ángel Serna, con motivo de la
presentación del calamar gigante, acto al que también asistieron los directores
de Cultura y Turismo, Joaquín Solanas y Santiago Recio, respectivamente.

Tras subrayar que esta nueva pieza contribuye a aumentar el
valor turístico y patrimonial, García Castrillo ha detallado que lo primero que
se hizo fue valorar la importancia científica y cultural de un ejemplar de
estas características, ya que nunca había aparecido un calamar gigante en las
playas de Cantabria, aunque sí en Asturias. Para ello, se trasladó el animal de
la playa de Pechón al Museo, adonde llegó "un poco deteriorado" y en proceso de descomposición, por lo
que hubo que actuar con rapidez. Así, se optó por congelarlo y guardarlo en una
cámara frigorífica, pero no se hizo de forma directa, sino que se procedió a
envolverlo previamente, para que el frío no lo dañara.

Se realizaron estudios (sobre morfología o anatomía),
trabajos de conservación (para mantener los tejidos y estructura del animal) y
de catalogación y montaje (para su exposición y divulgación). El estudio
anatómico, dirigido por el veterinario del MMC, permitió confirmar que se
trataba de una hembra joven que no se había reproducido y, también, que cuando
murió tenía el estómago vacío. Tras el vaciado del interior del calamar, se
rellenó con lanas sintéticas, para mantener la estructura del cuerpo. También
se procedió a la reconstrucción del ojo, de la pupila y el iris, y a darle
forma esférica. De igual modo, se trató la piel, que había perdido debido al
arrastrarse y haber quedado varado en la playa.
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El ejemplar llegando a las instalaciones del Museo. Foto: eldiariomontanes.es |
El calamar fue introducido durante unos meses en una piscina
de lona, llena de formol al 8%, que se sustituyó después por etanol al 70%. Al
tiempo, se evaluaron los montajes de otros museos para albergar especies
similares, especialmente el existente en el desaparecido Museo del Calamar
Gigante de Luarca. Se trata de una caja -una especie de "ataúd"- de
cuatro metros de largo y con dos puertas laterales.
Igualmente, se acondicionó una parte cerrada del MMC para
exponer el nuevo ejemplar, cuya exhibición se acompaña de paneles didácticos y
de divulgación, de aspectos científicos, educativos y, también, gastronómicos.
El museo cántabro ya contaba con otros dos ejemplares
juveniles de esta especie, pero de mucho menor tamaño que el varado en Pechón. La noticia del varamiento de este calamar gigante puede ser leída siguiendo este enlace .
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